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Cajón de Sastre

La nueva ortodoxia económica.

Hace no demasiados años, todo el mundo "sabía" que el keynesianismo era la solución a las crisis, que devaluar la moneda era el mejor método de competir con el exterior, que repartir el empleo era la solución al problema del paro. Algunos aún lo creen.
Pero mientras estas falacias van retrocediendo hay otras que van enquistándose en el pensamiento de la mayoría de la sociedad, son ese tipo de "verdades" contra las que nadie nunca habla, y que se convertirán (an algunos sitios ya lo han hecho) en el futuro peligro de la economía.
Creo que existen dos nuevos axiomas, que van casi unidos de la mano, el primero de ellos es el miedo a la deflación, y el segundo la defensa de los tipos de interés bajos para los préstamos, que han convertido en el nuevo remedio mágico "estimular" el mercado.
El miedo a la deflación caerce de base, que baje el precio de los productos es el resultado natural de la evolución de los metodos de producción, y lo único que mantiene la inflación es la intervención en la moneda. Los efectos recaudatorios o de pago de la deuda con moneda devaluada son una perversión que esta intervención permite.

Hace ya bastantes años que Mises defendía que no existen recetas mágicas para el mercado, que el intervencionismo crea distorsiones (de resultados no deseados) en el "mecanismo" del mercado, y analizó, entre otras, las consecuencias de aplicar bajos tipos de interés (menores a los que establecería el libre mercado). Las conclusiones de Mises no auguran un futuro muy esperanzador.

En estos días el Psoe parece haber dado fín al apoyo a los métodos keynesianos, pero nuevos axiomas que apoyan prácticas intervencionistas están sustituyendo a la antigua ortodoxia. Es fácil reconocerlos porque comparten características con los anteriores: la promesa de que la intervención traerá beneficios, y el completo olvido de las consecuencias negativas.
Hoy, como antes, es muy difícil luchar contra estas, y sobre todo, contra la convicción de que el gobierno debe estar, siempre, haciendo algo para mejorar el mercado.

De lo malo lo mejor.

En una de los comentarios a mi anterior artículo, dijo Séneca: "Lo peor amigo YOZ,es que,las otras alternativas son mucho peores.Pero mucho,mucho,mucho peores..". Un comentario que no era una crítica a lo que escribía, sino un lamento que yo comparto.
Desde luego yo no veo ninguna alternativa mejor, y es cierto que esto es una desgracia. Pero veo varias razones por las cuales criticar las medidas socialistas (o socialdemócratas) del PP:
1º) Es un ejercicio de honradez intelectual, sobre todo por parte de sus votantes liberales, y mientras no exista otra alternativa.
2º) Tiene un efecto clarificador de la diferencia entre liberalismo y conservadurismo, conceptos indisolublemente unidos en la mentalidad de nuestra desgraciada España, y que creo que supone una barrera a las ideas liberales. A nivel personal (y sin que sirva de precedente) les diré que he sufrido en varias ocasiones la desgraciada confusión de ambos conceptos.
3ª) Muchas personas que rechazan directamente las críticas a un determinado partido político las aceptan, o al menos piensan en hacerlo, si van dirigidas contra otros.
Como pueden observar todas las anteriores parten de una misma base, la asunción de que es bueno explicar que no vivimos en una sociedad polarizada entre izquierdas y derechas, sino que hay otras alternativas, si no electorales, al menos ideológicas.

Una solución técnica al fuera de juego.

Aunque el futbol queda fuera de mis ámbitos de interés, es inevitable escuchar contantemente las repetitivas, en mi opinión, charlas y discusiones sobre este deporte.
Es así como me he enterado de que se proponía substituir o ayudar al juez de línea a la hora de determinar los fuera de juego con la ayuda de cámaras y repetición de la jugada en vídeo. Se hablaba sobre si era posible llevar a cabo la ocurrencia, por el tiempo que se tardaría en ver repetida la jugada, etc.
¿Por qué les castigo con esta muestra de "pedantería"?
En mi opinión cualquier solución que requiera que una o varias personas tomen la decisión nunca será correcta, porque cualquiera sabe que ante la misma jugada, repetida mil veces desde todos los ángulos posibles, es muy probable encontrar a dos personas que no estén de acuerdo.
Pero existe una solución que creo nadie ha propuesto, colocar en alguna parte de la ropa de los jugadores unos aparatos emisores de tal forma que su posición en el campo estuviera controlada por una computadora en cada momento. Con los medios actuales sería muy facil un ingenio semejante, que tan sólo se encargara de mandar una señal cuando los jugadores estuvieran en fuera de juego.
No se acabaría la polémica, desde luego, pero el fuera de juego dejaría de pitarse con subjetividad, que es la queja. ¿O no?.