Blogia
yoz

España

Impuestos y presupuestos

Uno de los principales problemas que afrontamos en los gastos públicos es la desgraciada tendencia a pasar los déficits públicos a la siguiente legislatura. Muchos políticos actuan movidos por "ejercicios" económicos de cuatro años, en los que esperan obtener en muchas ocasiones la máxima rentabilidad en votos incrementando el gasto público en el presente, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de sus gastos y deudas.
Desgraciadamente los mecanismos legales existentes para controlar que los presupuestos públicos no superen los ingresos se basan en proyecciones sobre los que se pretende ingresar en el año entrante. Basta con manipular la previsión de ingresos para incrementar las previsiones de gasto público por encima de lo debido.
Además en la mayoría de las situaciones el ciudadano de a pie no tiene posibilidades de conocer las consecuencias futuras sobre su economía, en forma de impuestos, de las decisiones presupuestarias que se están tomando constantemente. También deberíamos tener en cuenta las reflexiones de Buchanan sobre la moralidad de que gente que no ha votado una determinada política económica tenga que pagar las deudas derivadas de la misma en el futuro.

La solución podría consistir en que los gastos públicos se ajustaran a los ingresos obtenidos el año anterior más la cantidad remanente en caja (o en su caso menos la deuda). Con esto se conseguiría que las consecuencias de los gastos públicos fueran patentes con anterioridad del gasto realizado, dando al ciudadano una herramienta más para decidir sobre la conveniencia y cuantía de el gasto público.

Estas condiciones sólo podrían modificarse en casos excepcionales (catástrofes imprevisibles, etc) con autorización de una mayoría cualificada (de 80% por ejemplo) de los votos de los escaños de las cámaras pertinentes, previa declaración de zona catastrófica de los municipios o regiones afectadas.

Y para la implantación del sistema quizás sería necesario durante algún tiempo contabilizar sólo una parte de la deuda como sustrayendo de los ingresos obtenidos el año anterior, incrementando anualmente el porcentaje de la misma a considerar.

Esta ha de entenderse como una crítica a la política actual en los presupuestos de los gobiernos locales y nacionales, no una medida para su aplicación inmediata. Como decía Hayek, las ideas resultan más claras cuando se expresan en propuestas concretas, no es otra mi intención.

Alcaldes y Urbanismo-Ladrones desconocidos.

En las ultimas fechas he llegado a la conclusión de mayoritariamente hay dos tipos de alcaldes o concejales de urbanismo. No es una muy halagadora descripción de los mismos, pero seguro que reconoceran a más de uno en ella:

1) Los ladrones que saben que son ladrones: Estos son los que aceptan maletines a cambio aumentar la fortuna de alguien con convenios, actuaciones urbanísticas o recalificaciones de suelo.

2) Los ladrones que ni siquiera saben que son ladrones: Son estos personajes (de buena intención) cuyo objetivo es conseguir el máximo beneficio posible de la administración (el famoso bien común) cada vez que se efectúa un acto urbanistico del que se pueden desprender beneficios. Algunos de estos tipos se consideran los más honrados del mundo porque se sienten como Robin Hood, robándoles a los ricos para dárselo a los pobres.

También existe una difusa mezcla de ambos tipos, pero resulta muy dificil encontrar a alguien que no pretenda meter la cuchara en el urbanismo. Y el resultado es el que conocemos: un aumento desorbitado del precio de las viviendas y una administración local acostumbrada a depender de los beneficios (en principio extraordinarios) de monopolizar el uso del suelo.

Transpaso de la recaudación de impuestos a las autonomías.

El 'president' Maragall se ha propuesto crear una agencia recaudadora propia que se haga cargo tanto de los impuestos autonómicos como de los nacionales.
Aceptar esta propuesta sería como entregarle un rehen al gobierno autonómico; y teniendo en cuenta los antecedentes, podría resultar una muy mala idea.
Pero lo peor del asunto no es esto, sino la propia eficacia en la recaudación de impuestos. No hay nada de malo en que la Generalitat pudiera recaudar sus propios impuestos, pero hay que tener en cuenta que la recaudación de los impuestos nacionales es otro asunto. Una agencia tributaria autonómica tendría un fuerte aliciente en cobrar los impuestos propios y no hacerlo en aquellos que corresponden al Estado. La simple ineficiencia (permitir el fraude) le podría servir para disminuir la presión fiscal a sus ciudadanos, es decir, disminuir la aportación catalana a los impuestos nacionales. ¿Como perseguir la ineficiencia?; creo que sólo hay una respuesta: entregando a los que tienen aliciente por cobrar la gestión sobre la recaudación.